El Santiago que se fue de Oreste Plath
>> jueves, 18 de agosto de 2011
El Santiago que se fue
Apuntes de la memoria
Oreste Plath
Prólogo
Aparezco en un tema ajeno a mi obra, el folclor; distante a lo que ha sido mi querer, aunque estoy lleno de recuerdos de una época importante que me tocó vivir, por esas cosas de la vida. Un recorrido por la memoria, recuerdos de la vida literaria desde los primeros años del siglo XX, es la memoria del corazón o repertorio de la amistad. Ocurrencias que celebramos en el mesón literario. Conversaciones, diálogos, que se vivieron en restaurantes, bares, salones de té, confiterías, como contertulio o comensal. No juzgo a los compañeros, prefiero comprenderlos. Episodios significativos que se vivieron, tal como los vi, los oí y, de esta manera, los recogí.
Calles con cirugía estética arquitectural, negocios, amigos desaparecidos que se evocan con el sabor que tenían hasta que se fueron. Todo entregado a la memoria, nada está sujeto a un plan riguroso. Lugares, hechos, personas, escritores. Anécdotas enlazadas con la vida literaria y los acontecimientos, con la aparición y la desaparición de revistas literarias, tertulias, cafés, bares, restaurantes de una época que partió con nosotros y que como fue parte mía la estoy contando. Se fueron ellos y quedamos nosotros. No son historias, son encuentros. Confesiones, autobiografías, tiempo que se entronca, casas particulares, comercio, calles y actividades de escritores. Calles del pasado que el tiempo borró. Tranvías que dejaron sus rieles bajo el pavimento. Mi amiga la ciudad.
Relatos y mi copresencia, ausencias y presencias. Anécdotas, pero no una colección de ellas. Hijo del vino que lo identifica y preserva. Identidad de Santiago. Voces que allí lo reavivaron. Con todo, sólo puedo decir que tengo dos amores: mi país y mis hijos Karen y Carol.
Apuntes de la memoria
Oreste Plath
Prólogo
Aparezco en un tema ajeno a mi obra, el folclor; distante a lo que ha sido mi querer, aunque estoy lleno de recuerdos de una época importante que me tocó vivir, por esas cosas de la vida. Un recorrido por la memoria, recuerdos de la vida literaria desde los primeros años del siglo XX, es la memoria del corazón o repertorio de la amistad. Ocurrencias que celebramos en el mesón literario. Conversaciones, diálogos, que se vivieron en restaurantes, bares, salones de té, confiterías, como contertulio o comensal. No juzgo a los compañeros, prefiero comprenderlos. Episodios significativos que se vivieron, tal como los vi, los oí y, de esta manera, los recogí.
Calles con cirugía estética arquitectural, negocios, amigos desaparecidos que se evocan con el sabor que tenían hasta que se fueron. Todo entregado a la memoria, nada está sujeto a un plan riguroso. Lugares, hechos, personas, escritores. Anécdotas enlazadas con la vida literaria y los acontecimientos, con la aparición y la desaparición de revistas literarias, tertulias, cafés, bares, restaurantes de una época que partió con nosotros y que como fue parte mía la estoy contando. Se fueron ellos y quedamos nosotros. No son historias, son encuentros. Confesiones, autobiografías, tiempo que se entronca, casas particulares, comercio, calles y actividades de escritores. Calles del pasado que el tiempo borró. Tranvías que dejaron sus rieles bajo el pavimento. Mi amiga la ciudad.
Relatos y mi copresencia, ausencias y presencias. Anécdotas, pero no una colección de ellas. Hijo del vino que lo identifica y preserva. Identidad de Santiago. Voces que allí lo reavivaron. Con todo, sólo puedo decir que tengo dos amores: mi país y mis hijos Karen y Carol.
ORESTE PLATH
0 comentarios:
Publicar un comentario