Amantes y reinas
>> miércoles, 19 de enero de 2011
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Amantes y reinas
El poder de las mujeres
Benedetta Craveri
FCE - Siruela
En la Francia del Antiguo Régimen, las mujeres se arrogaron el poder de gobernar haciendo vanas en la práctica las leyes y las costumbres que se lo negaban: la más destacada de todas fue Catalina de Médicis, quien por espacio de 30 años logró mantener intacta la autoridad real. Pero junto a las reinas -y a menudo al mismo tiempo y en antagonismo con ellas- otras mujeres, las denominadas "reinas de corazón", ejercieron una enorme influencia, aunque discreta, sobre los equilibrios políticos internos y externos de la monarquía: las poderosísimas amantes reales.
La autora, con sólidos conocimientos y una singular capacidad narrativa, nos cuenta la historia de algunas de estas mujeres, amantes o reinas -de Ana de Austria a María Antonieta, de Gabrielle d'Estrées a Madame du Barry-, que convirtieron la supuesta debilidad en un instrumento de dominio.
"Todo esto, sin embargo, no debe inducirnos a pensar que este ilustre cortejo de damas en el poder sea signo de una evolución, aunque subterránea, en la mentalidad y en las costumbres, o que revele una mejora jurídica en la condición de las mujeres. Si en la sociedad del siglo XVI hay mujeres que cuentan es porque, aferrándose a sus ambiciones, en su inteligencia y en su belleza, lograron, a pesar de los prejuicios masculinos, aprovecharse de unas circunstancias favorables y hacerse valer. Pero nunca asumieron el poder en nombre propio; su autoridad es siempre provisional y está sometida a oposiciones, y su afirmación presupone siempre un vacío o una debilidad masculinos: la lejanía o la muerte de los maridos, la minoría de edad de los hijos, la pasión de los sentidos. Aun siendo espectaculares, sus experiencias constituyen una suma de casos individuales, no se consolidan nunca en una historia única. Dado que la Historia -como ninguna de ellas duda- sigue siendo patrimonio oficial de los hombres, para introducirse en sus engranajes sin ser trituradas por ellos es preciso disfrazarse, usar la astucia, crearse aliados poderosos, distribuir favores, seducir, corromper, castigar... y saber hacer mutis en el momento justo."
La autora, con sólidos conocimientos y una singular capacidad narrativa, nos cuenta la historia de algunas de estas mujeres, amantes o reinas -de Ana de Austria a María Antonieta, de Gabrielle d'Estrées a Madame du Barry-, que convirtieron la supuesta debilidad en un instrumento de dominio.
"Todo esto, sin embargo, no debe inducirnos a pensar que este ilustre cortejo de damas en el poder sea signo de una evolución, aunque subterránea, en la mentalidad y en las costumbres, o que revele una mejora jurídica en la condición de las mujeres. Si en la sociedad del siglo XVI hay mujeres que cuentan es porque, aferrándose a sus ambiciones, en su inteligencia y en su belleza, lograron, a pesar de los prejuicios masculinos, aprovecharse de unas circunstancias favorables y hacerse valer. Pero nunca asumieron el poder en nombre propio; su autoridad es siempre provisional y está sometida a oposiciones, y su afirmación presupone siempre un vacío o una debilidad masculinos: la lejanía o la muerte de los maridos, la minoría de edad de los hijos, la pasión de los sentidos. Aun siendo espectaculares, sus experiencias constituyen una suma de casos individuales, no se consolidan nunca en una historia única. Dado que la Historia -como ninguna de ellas duda- sigue siendo patrimonio oficial de los hombres, para introducirse en sus engranajes sin ser trituradas por ellos es preciso disfrazarse, usar la astucia, crearse aliados poderosos, distribuir favores, seducir, corromper, castigar... y saber hacer mutis en el momento justo."
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