200 años de la imprenta en Chile
>> martes, 14 de junio de 2011
Exposición en la Biblioteca Nacional
200 años de imprenta en Chile:
Una historia impresionante
200 años de imprenta en Chile:
Una historia impresionante
Desde los primeros y rudimentarios talleres del siglo XVIII a la tecnología digital del siglo XXI, pasando por la imprenta en que vio la luz la Aurora de Chile y el boom editorial de los años 40, la muestra presenta tesoros bibliográficos, antiguas maquinarias gráficas y diversos sistemas de impresión para recordar una historia que cambió el destino del país.
"Está ya en nuestro poder el grande, el precioso instrumento de la ilustración universal: ¡la imprenta!", anotó en febrero de 1812 Camilo Henríquez en el número inaugural de La Aurora, el primer periódico impreso en el país. Tenía razones para estar tan entusiasmado. Al fin la joven república contaba con una imprenta que le permitiera difundir las ideas independentistas y propagar el espíritu libertario.
Llegar a ese punto no había sido fácil. Durante décadas los criollos habían solicitado a la Corona una autorización para adquirir una imprenta, pero recién pudo obtenerse en 1811, mientras que a México había llegado en 1540, por orden expresa de José Miguel Carrera, quien veía en el invento de Gutemberg una poderosa arma para la emancipación nacional.
Doscientos años después, la Biblioteca Nacional presenta la exposición ¡Se imprime!, un recorrido por la historia de la impresión en Chile, desde sus rudimentarios inicios en la Colonia hasta la aplicación de nuevas tecnologías en la industria gráfica actual, sin dejar de lado el nacimiento a principios del siglo XX de las primeras publicaciones ilustradas y el desarrollo editorial que llevó al país a un importante exportador de libros y revistas en los años 40.
La imprenta
como agente de cambio
Elizabeth L. Eisenstein
Desde su publicación en 1979, La imprenta como agente de cambio ha sido una obra de referencia entre los estudiosos de la cultura impresa, en parte por sus originales ideas sobre el impacto que la invención de Johannes Gutenberg tuvo en la generación y difusión del saber, y en parte por las insospechadas ramificaciones que han tenido sus postulados. Historiadores de diversas especialidades, tanto los del libro como los de la ciencia, tanto los de las religiones como los de la literatura, han encontrado en estas páginas un fértil cúmulo de hipótesis sobre las cuales trabajar para entender mejor la revolución en las comunicaciones que tuvo lugar al inicio de la edad moderna; a veces polémicas, a menudo audaces y siempre sólidamente fundamentadas, las afirmaciones de Eisenstein respecto de la importancia de la imprenta han inspirado el trabajo de muchos otros investigadores.
En diálogo permanente -y por momentos contestatario- con pensadores como Jacob Burckhardt, Walter Ong y Marshall McLuhan, esta obra explora los cambios que la impresión con tipos móviles tuvo en los círculos académicos de la Europa de los siglos XV a XVII, especialmente entre los escritores religiosos y científicos. Eisenstein aborda sucesos centrales de ese periodo, como la difusión del pensamiento de la reforma o la publicación de obras como las de Vesalio, Copérnico, Kepler y Galileo, que encontraron en los talleres tipográficos el impulso para transformar de raíz la medicina y la astronomía, y lleva la atención del lector hacia tres fenómenos que la imprenta produjo o contribuyó a afianzar: la fijación de los textos, la estandarización y la diseminación masiva. Y aunque no llega a afirmar que la nueva tecnología para producir libros dio origen a la edead moderna, Eisenstein no duda en considerar que cualquier revisión de esa época ha de tenerla como uno de los principales agentes del radical cambio que Europa experimentó entonces.
"Está ya en nuestro poder el grande, el precioso instrumento de la ilustración universal: ¡la imprenta!", anotó en febrero de 1812 Camilo Henríquez en el número inaugural de La Aurora, el primer periódico impreso en el país. Tenía razones para estar tan entusiasmado. Al fin la joven república contaba con una imprenta que le permitiera difundir las ideas independentistas y propagar el espíritu libertario.
Llegar a ese punto no había sido fácil. Durante décadas los criollos habían solicitado a la Corona una autorización para adquirir una imprenta, pero recién pudo obtenerse en 1811, mientras que a México había llegado en 1540, por orden expresa de José Miguel Carrera, quien veía en el invento de Gutemberg una poderosa arma para la emancipación nacional.
Doscientos años después, la Biblioteca Nacional presenta la exposición ¡Se imprime!, un recorrido por la historia de la impresión en Chile, desde sus rudimentarios inicios en la Colonia hasta la aplicación de nuevas tecnologías en la industria gráfica actual, sin dejar de lado el nacimiento a principios del siglo XX de las primeras publicaciones ilustradas y el desarrollo editorial que llevó al país a un importante exportador de libros y revistas en los años 40.
La imprenta
como agente de cambio
Elizabeth L. Eisenstein
Desde su publicación en 1979, La imprenta como agente de cambio ha sido una obra de referencia entre los estudiosos de la cultura impresa, en parte por sus originales ideas sobre el impacto que la invención de Johannes Gutenberg tuvo en la generación y difusión del saber, y en parte por las insospechadas ramificaciones que han tenido sus postulados. Historiadores de diversas especialidades, tanto los del libro como los de la ciencia, tanto los de las religiones como los de la literatura, han encontrado en estas páginas un fértil cúmulo de hipótesis sobre las cuales trabajar para entender mejor la revolución en las comunicaciones que tuvo lugar al inicio de la edad moderna; a veces polémicas, a menudo audaces y siempre sólidamente fundamentadas, las afirmaciones de Eisenstein respecto de la importancia de la imprenta han inspirado el trabajo de muchos otros investigadores.
En diálogo permanente -y por momentos contestatario- con pensadores como Jacob Burckhardt, Walter Ong y Marshall McLuhan, esta obra explora los cambios que la impresión con tipos móviles tuvo en los círculos académicos de la Europa de los siglos XV a XVII, especialmente entre los escritores religiosos y científicos. Eisenstein aborda sucesos centrales de ese periodo, como la difusión del pensamiento de la reforma o la publicación de obras como las de Vesalio, Copérnico, Kepler y Galileo, que encontraron en los talleres tipográficos el impulso para transformar de raíz la medicina y la astronomía, y lleva la atención del lector hacia tres fenómenos que la imprenta produjo o contribuyó a afianzar: la fijación de los textos, la estandarización y la diseminación masiva. Y aunque no llega a afirmar que la nueva tecnología para producir libros dio origen a la edead moderna, Eisenstein no duda en considerar que cualquier revisión de esa época ha de tenerla como uno de los principales agentes del radical cambio que Europa experimentó entonces.
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