Roberto Mangabeira Unger en La Nación
>> lunes, 9 de agosto de 2010
A la izquierda del pecho
El hombre que el Presidente de EEUU ha elogiado en sus memorias también es conocido en Brasil como "ministro de la inteligencia". Agente desestabilizador del pensamiento uniforme, Roberto Mangabeira Unger se mueve fuera del marco conceptual dominante. En una lengua fantasiosa como el portuñol, trata temas realísimos para el futuro de las ideas. Acaba de llegar a Chile "La alternativa de la izquierda"
Por Rodrigo Quiroz
En general la gente tose y dice cubriendo suy boca: "soy de izquierda". Sobre todo en las últimas décadas parece vergonzoso. No está de moda ni es cool. El libro La alternativa de la izquierda (FCE 2010) del profesor de Harvard Roberto Mangabeira Unger, es un gran paso en la búsqueda de un horizonte para este hemisferio. En él, Mangabeira Unger critica, diagnostica y sobre todo plantea una partitura para tocar en un concierto de ideas global que tiene a este sector en la banca del poder.
-No se ve gente diciendo "soy de izquierda y estoy orgulloso", la mayoría vive derrotado y perdido...
-Tenemos dos izquierdas que no tienen ninguna incidencia en la agenda pública mundial. Una está rendida aceptando los mercados y la globalización en su forma actual y simplemente ha intentado "humanizarlos" por medio de políticas sociales. Esa izquierda no tiene programa, su programa es el de sus adversarios conservadores con un descuento: son la izquierda que trae el azúcar para humanizar el modelo. La segunda es una izquierda recalcitrante y nostálgica que quiere desacelerar el rumbo del mercado y la globalización para proteger su base histórica: los operarios organizados en los sectores productivos del capital. Lo que falta en el mundo es una tercera izquierda transformadora con un proyecto de reconstrucción que trace un objetivo más allá de la búsqueda de la igualdad histórica.
-Su libro es un ejercicio intelectual de repensar la izquierda, cuya base intelectual actual es fragmentaria y dispersa. "El intelecto de la izquierda" se desperdigó entre las dos corrientes que usted señala y se hizo casa en el balneario de Tunquén, ¿qué pasa con este silencio del intelecto?
-Hay un vínculo indisoluble entre el entendimiento de lo que existe y la imaginación de lo posible. Comprender los fenómenos es comprender cómo se transformarían en determinadas situaciones de la historia. El vínculo entre el fenómeno social y su entendimiento está roto en la alta cultura académica de la actualidad. En todo el campo de los estudios sociales históricos hoy predominan tres tendencias: una racionalizadora que intenta explicar lo que existe por su supuesta superioridad funcional. Una tendencia humanizadora que justifica las prácticas atenuadoras como son las políticas sociales compensatorias. Y una tercera tendencia narcisista subjetivista enteramente desconectada del entendimiento y la transformación de la realidad. Estas tres tendencias: racionalizadora, humanizadora y escapista, están aliadas en el desarmamiento de la imaginación transformadora y nuestra tendencia en Latinoamérica es seguir el camino de la alta cultura académica de los países avanzados. Nosotros debemos repudiar estas tendencias. Nuestra contribución a la humanidad debe estar vinculada a un esfuerzo para construir una contracorriente en la vida intelectual que afirme el vínculo entre el imaginario posible y la comprensión de lo existente. No basta regular la economía de mercado ni atenuar las desigualdades generadas por ella, es necesario reorganizar el contenido institucional de la economía de mercado. Es fundamental enriquecer la democracia directa y participativa y democratizar la economía de mercado.
-¿Cómo se concilia el reforzamiento de la democracia con el reforzamiento del mercado?
-Estos dos proyectos están ligados a otros retos. En primer lugar debemos construir un mecanismo fuerte de financiamiento interno de un proyecto de desarrollo, necesitamos hacer una división en la seudo-ortodoxia económica que aceptamos en las últimas décadas. Hay una parte buena que es el realismo y la responsabilidad fiscal, pero hay una parte muy mala que es la idea de desarrollar al país con el dinero extrajero. Ningún país se enriquece con el dinero de los otros. Es necesario producir una elevación forzada del ahorro nacional público y privado para no quedar de rodillas ante el capital extranjero.
"El otro reto para democratizar la sociedad es la creación de un proyecto revolucionario en educación pública y capacitación de los ciudadanos con dos prioridades. La primera: reconciliar las escuelas locales en provincias y municipios con padrones nacionales de inversión de calidad. Hay que generalizar en el país un paradigma pedagógico analítico que sustituya el enciclopedismo informativo superficial que típicamente adoptamos en nuestros países. Estas modificaciones hay que hacerlas para aprovechar el atributo más importante de nuestras sociedades: la vitalidad. Vivimos dentro de una camisa de fuerza de instituciones, prácticas e ideas que suprimen esa vitalidad. La izquierda debe ser la corriente de opinión pública que se oponga a la camisa de fuerza del sistema con una alternativa concreta".
-Frente a nuevas miradas, en general el lector se plantea el tandem "interesante pero utópico", idea que usted también enfrenta en su libro.
-Si alguien propone algo posible, la gente dice es viable pero trivial. Todo lo que se propone parece utópico o trivial y eso es un malentendido sobre la naturaleza del pensamiento programático. Hay que entender que lo que propongo no es arquitectura sino música, es un programa con una sucesión de pasos. En un argumento programático como el que presento en mi libro, siempre lo más importante es la combinación de dos atributos: definir una trayectoria y seleccionar una circunstancia concreta donde aplicar los primeros pasos para entrar en esa trayectoria.
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Recomendamos también:
La democracia realizada. La alternativa progresista.
Roberto Mangabeira Unger
Ediciones Manantial
En esta obra, Unger da un contenido detallado a la concepción de una posibilidad progresista en la política actual. La piedra de toque de ésta es su experimentalismo con las instituciones: su voluntad de reimaginar y recrear las maneras en que organizamos las democracias representativas, las economías de mercado y las sociedades civiles. Unger muestra que ni los países desarrollados ni los países en desarrollo pueden alcanzar la celebrada síntesis de la flaxibilidad económica al estilo norteamericano y la protección social al estilo europeo sin cambiar sus instituciones. En una era en que las fuerzas progresistas están marcadas por la timidez y las actitudes defensivas, La democracia realizada restaura la energía y restablece el cauce hacia la imaginación de futuros alternativos para la sociedad. Convierte la esperanza en programa y debate de ideas.
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